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En el Informe Delors (UNESCO, 1996) ya se hacía referencia a la importancia de cuatro pilares básicos para la educación: aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y aprender a ser.
La educación emocional es una parte del proceso de enseñanza que ocupa un largo periodo (o incluso toda la vida). Comienza en la infancia con el desarrollo emocional y continúa en la juventud, muy influenciada por convenciones y costumbres sociales.
Es un aspecto de la educación que conlleva irremediablemente procesos de cambio, desde la adquisición de buenos comportamientos, hasta la corrección de los erróneos. No tiene por qué estar basado exclusivamente en influencias y costumbres, es algo que debe superar el ámbito familiar y ser introducido en la educación. Esta educación condicionará de manera irremediable el desarrollo de las emociones. En la vida adulta de las personas, una escasa educación emocional se traducirá en una pobre inteligencia emocional, en una falta de gestión de las propias emociones y en una carencia de recursos expresivos derivados de una falta de comprensión de las cualidades de uno mismo y de los demás.
La responsabilidad social educativa conlleva mucho compromiso, por lo que los profesores deben estar plenamente preparados para la educación en valores y capacitados para formar a una ciudadanía democrática, asegurándoles un desarrollo emocional y social, no solo en el momento de la infancia y juventud, sino también en esa adquisición de competencias que les permitan ser conscientes de que a lo largo de su vida tendrán que seguir aprendiendo y haciendo cambios. Para ello, es imprescindible que el futuro docente se familiarice con algunos conceptos de la psicología, los procesos de aprendizaje, socialización, etc. Ellos mismos deben comprender los procesos que estudian y que más tarde van a tener que enseñar. Actualmente, esto se consigue con una formación de calidad y continuada, que no debe acotarse en un periodo único de tiempo, sino que se debe extender en la vida de los docentes y amoldarse a las nuevas necesidades sociales y tecnológicas que surjan.
En este contexto, la innovación metodológica es imprescindible, y por ello la educación superior se encuentra en una constante renovación, muy en especial en los Grados en Educación Primaria e Infantil, donde se trata de actualizar la formación del profesorado para poder integrar la educación emocional en el aula. En este sentido, es especialmente destacable la la educación emocional ligada a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Es fundamental que los docentes aprendan a utilizarlas y a sacarles todo el partido posible.
En esta línea, existen ejemplos destacados de aplicación de las TIC a la educación emocional:
-Procomún y La expresión del rostro. Herramienta online gratuita para el reconocimiento y el aprendizaje de las expresiones con el rostro.
-En iTunes, el desarrollador Itbook Editorial crea aplicaciones infantiles, entre ellas “Colección Emociones”, descargable desde App Store. Se trata de cuentos para aprender a reconocer las emociones
-Para Android, en Google Play, encontramos una valiosa aplicación llamada “Pictea · Habla con Pictogramas”. Consiste en un álbum repleto de pictogramas sencillos para que los niños con problemas de expresión puedan comunicarse. Los dibujos son fácilmente reconocibles y van acompañados de su trascripción.
- Azahar. Se trata de un conjunto de aplicaciones destinadas a trabajar la educación emocional, la comprensión y la comunicación en alumnado con necesidades educativas especiales. Se compone de un total de nueve aplicaciones descargables para Windows y algunas también para Android e incluye un tutorial para aprender el contenido de las aplicaciones.
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