Dónde estamos
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Consideraban que, tarde o temprano, se produciría un acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos que las evitaría. Sin embargo, ese acuerdo no se ha producido y los españoles estamos convocados a las urnas otra vez en el mes de noviembre. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Y, sobre todo, ¿por qué no acertaron en sus predicciones? La respuesta nos la da la teoría de juegos, y es que los analistas se equivocaron al interpretar cuál era el “juego” que mejor representaba la situación de interdependencia estratégica a la que se enfrentaban ambas formaciones políticas.
Supusieron, erróneamente, que se trataba de un “chicken game”, o "juego del gallina". El nombre de este juego viene de una práctica que se ve perfectamente reflejada en la película “Rebelde sin causa”, en la que dos jóvenes, bastante insensatos, se retan a ir con sus coches a gran velocidad hacia un barranco, de forma que el primero que dé un volantazo para ponerse a salvo es considerado un cobarde, un gallina, mientras que el otro es el héroe, el valiente, el ganador del juego.
Analizando el resto de posibilidades, podemos observar que si ninguno da el volantazo a tiempo se encontrarán en la peor de las situaciones posibles, cayendo ambos por el barranco, mientras que si ambos reaccionan a la vez, ambos sobrevivirán y ninguno será considerado un cobarde pero tampoco recibirá la consideración de ser especialmente valiente.
Como ninguno querrá morir, el que sea más temeroso de caer por el barranco dará el volantazo antes y ambos se salvarán… de forma que los Equilibrios de Nash del juego se producen cuando uno coopera mientras el otro no lo hace.
Volviendo al caso de este artículo, era de suponer que Pablo Iglesias apoyaría a Pedro Sánchez para que pudiera formar Gobierno, considerando suficientes las medidas progresistas que este le ofrecía, o bien Pedro Sánchez aceptaría un Gobierno de coalición, permitiendo que Unidas Podemos entrase en el Gobierno a cambio de su apoyo… pues en caso de que ninguno cediera, ambos se asomaban al barranco de la repetición de elecciones, con el hartazgo del electorado de izquierdas que verá que sus líderes son incapaces de alcanzar un acuerdo, y con la posibilidad de que sean los partidos de la derecha quienes puedan formar Gobierno ante la presumible abstención de numerosos electores de izquierdas que se sentirían enfadados y defraudados.
Pero no, no era un “chicken game”, sino un “dilema del prisionero”. En este segundo juego, la estrategia dominante es no colaborar, haga lo que haga el otro. Si el otro cede a mis pretensiones, me quedo en mis trece y estoy en la mejor situación posible. Si el otro no cede, yo tampoco lo hago. Y es justo aquí donde radica la diferencia entre el “dilema del prisionero” y el "chicken game". Suponíamos que alguien acabaría cediendo, o incluso que ambos llegarían a un punto de encuentro intermedio, de forma que evitarían la repetición de elecciones, pero el hecho de ceder era considerado por una situación peor que volver a las urnas.
Para aprender a analizar situaciones de interdependencia estratégica, puedes inscribirte en el curso de Juan Carlos Aguado (@juancaraguado) de Introducción a la Teoría de Juegos (4ª edición) de URJCx en la plataforma MiríadaX.
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