Dónde estamos
Ampliación Edif. Rectorado
Campus de Móstoles
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28933 Móstoles. Madrid
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Los primeros meses de 2020 están siendo especialmente complicados para multitud de países debido a la epidemia global que ha supuesto la expansión del COVID-19.
El estilo de vida actual y la escala global de la economía ha favorecido su rápida expansión, principalmente hacia países altamente poblados e industrializados, que se han visto obligados a establecer una serie de medidas excepcionales para tratar de frenarlo, incluyendo el confinamiento más o menos estricto de la población y la limitación de su movilidad, lo que ha provocado una pausa parcial de los sectores industrial y de servicios no esenciales.
Esto se ha traducido en una considerable caída tanto de la economía como del consumo energético. Así, Red Eléctrica Española ha publicado un descenso en la demanda de energía eléctrica superior al 17% en el territorio nacional durante el pasado mes de abril, alcanzándose hasta el 28% en ciertos territorios. Sin embargo, esta situación ha provocado un aumento en la contribución de energías con carácter renovable, que han alcanzado una contribución del 48%.
El uso menos intensivo de energías convencionales, asociadas a un mayor impacto ambiental, también ha quedado patente en los niveles de contaminación atmosférica registrados en regiones como China, norte de Italia o cualquier gran ciudad o área de concentración industrial de Europa, que han caído a niveles mínimos históricos. Esto se debe a que la mayor parte de la demanda energética mundial se cubre mediante el uso de combustibles fósiles como carbón, petróleo o gas natural, emitiendo a la atmósfera grandes cantidades de agentes contaminantes como NOx o CO2.
En los próximos meses, si la situación lo permite, se irá produciendo una desescalada progresiva del actual estado excepcional en que se encuentran muchas regiones, tratando de recuperar las actividades cotidianas y, lo que resulta fundamental, los parámetros económicos anteriores a la crisis. En este punto, surgen dos cuestiones: ¿Es posible compatibilizar el desarrollo económico con la protección del medio ambiente? ¿Se podrían recuperar los valores de indicadores económicos pre-crisis sin que ello implique hacer lo propio con los niveles de contaminación y baja auto-sostenibilidad del sector productivo?
Resulta fundamental abordar una serie de acciones que permitan afrontar un desarrollo sostenible y cubrir la creciente demanda energética mundial: fomento global del uso de energías renovables; desarrollo de infraestructuras y ciudades sostenibles; racionalización de la agricultura y ordenación sostenible del territorio; mitigación y/o adaptación a los impactos climáticos; e impulso público-privado para implantar tecnologías “cero emisiones”.
Entre las múltiples soluciones propuestas, destaca el fomento del uso de las energías solar y eólica. Sin embargo, otro aspecto destacable se basa no solo en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, sino en la mejora de su utilización. Actualmente existe una gran diferencia entre la energía consumida a nivel mundial (19.269 Mtoe) y la que finalmente es aprovechada (9.558 Mtoe). Esto implica unas pérdidas cercanas al 50%, que podrían incluso aumentar hasta el 65% si se considera la limitada eficiencia de muchos dispositivos de uso final de la energía. Y es que nuestras acciones como consumidores de energía resultan fundamentales para la modificación del escenario energético.
Así, por cada unidad de energía que dejamos de consumir en el hogar, centro de trabajo o vehículo particular se ahorran hasta tres unidades de energía en forma de recurso energético de partida, pudiendo considerar la eficiencia energética como uno de los principales recursos para la mejora de la sostenibilidad ambiental.
Resulta obvio que la solución a los problemas energéticos actuales (demanda creciente, limitados recursos…) es un aspecto muy complejo que requiere de una multitud de actuaciones, pero sin duda pasa por llevar a cabo una transición hacia fuentes de energía de carácter limpio y aprovechar mejor cualquier energía disponible. Para ello, una primera línea de actuación debe fomentar la eficiencia en la cadena de producción y uso de la energía, incluyendo tanto los procesos productivos, su transporte y almacenamiento como su uso, ya sea por el desarrollo de nuevas tecnologías o mejora de las existentes.
Si te interesan estos temas y piensas que toda crisis representa una oportunidad de cambio, te animamos a unirte al MOOC Energía Inteligente para un Futuro Sostenible realizado por la Universidad Rey Juan Carlos, que te permitirá profundizar en cada uno de los aspectos mencionados con anterioridad. Así, se abordará el panorama energético actual, las principales energías renovables disponibles y su nivel de desarrollo tecnológico, algunos conceptos básicos de ahorro y eficiencia energética y se pondrá sobre la mesa el desarrollo de ciudades inteligentes y smart grids. De este modo podrás ser partícipe de una gestión inteligente de la energía que permita contribuir a la lucha contra el cambio climático mientras adquieres una base sólida que te permitirá analizar de forma crítica diferentes aspectos relacionados con el sector energético que permitan el diseño de un futuro mejor. ¡No esperes más y aprende cómo puedes contribuir no solo a recuperar la economía, sino a logar una mejor! ¡Te esperamos!
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