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¿Y si el error no es un obstáculo sino el motor para un aprendizaje más profundo?

Descubre por qué equivocarse no es un fallo, sino el primer paso para aprender: neurociencia, ejemplos prácticos y claves para transformar la docencia.

La neurociencia revela que el error no es un obstáculo sino la clave para un aprendizaje más profundo y una mente más adaptativa. Esta fue la idea central que Paloma Barjola Valero y María del Carmen Martín Buro, de la Universidad Rey Juan Carlos, compartieron en la mesa inaugural de las Jornadas de Innovación Docente 2025, El error como motor del aprendizaje: diálogos desde la neurociencia cognitiva, en la que ofrecieron una perspectiva fascinante sobre el papel del error en el proceso de aprendizaje.

"El error debería ser un empuje al aprendizaje", impulsándonos a "cambiar nuestra forma de ver las cosas y rectificar el camino para aprender", señaló Paloma Barjola. Las ponentes insistieron en que, aunque socialmente el error se penaliza, la forma biológica en la que funcionamos es que el cerebro está esperando a que te equivoques. Cada fallo activa mecanismos automáticos que permiten actualizar la información y aprender. Y es que, como indicó María del Carmen Martín, nuestro encéfalo "se alimenta del error" porque el sistema cognitivo es una "máquina de hacer predicciones" que se ajustan en base a las equivocaciones. Si evitamos el error, nos estamos quitando la posibilidad de ajustar esas predicciones. Por eso, afirmó Barjola con rotundidad, "el error no es una desviación del aprendizaje; desde el punto de vista neuronal, el error es el aprendizaje en acción". 

Se presentó el concepto del "sesgo del superviviente" a través de un ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, donde se analizaban los aviones que regresaban de combate. Señalaron que, en el ámbito educativo, a menudo nos centramos en los estudiantes que aprueban, penalizando a los que no, sin cambiar la forma de enseñar, siendo necesario eliminar ese sesgo del superviviente para entender qué no funciona.

La sesión incluyó una experiencia práctica para que el público sintiera en primera persona cómo el cerebro detecta y gestiona el error. Propusieron una tarea cognitiva clásica en psicología: "vamos a experimentar en primera persona el error", explicaron antes de lanzar el reto de dar una palmada ante cada estímulo salvo en casos concretos. Este ejercicio, permitió comprobar cómo se activa la inhibición y el control cognitivo cuando surge la equivocación.

La neurociencia, a través de técnicas como la electroencefalografía, permite estudiar qué ocurre en el cerebro cuando nos equivocamos y abordaron cómo se produce la detección automática del error seguida de una conciencia del mismo, la importancia de la corteza cingulada en la autorregulación de la conducta y en la conducta motivada y la relación entre la dopamina y el refuerzo positivo en el aprendizaje. Durante la sesión se avanzaron estrategias para trasladar estas evidencias científicas al aula: crear entornos seguros –uno solo puede aprender en un entorno seguro, donde preguntar o equivocarse no suponga una amenaza–, introducir cambios que despierten la atención y ofrecer feedback inmediato y positivo para activar ese sistema dopaminérgico, lo que favorece la motivación y la perseverancia.

Las ponentes invitaron a reflexionar personalmente sobre las prácticas docentes propias: se trata de repensar cómo se puede aprovechar el error o intentar despenalizarlo en la medida de lo posible. Porque, como concluyeron, si te estás equivocando, es que estás en el camino de conseguir el mejor aprendizaje.

Para profundizar en estas reflexiones y descubrir más cuestiones tratadas, como la diferencia entre familiaridad y recolección o la importancia de la emoción en el aprendizaje, te invitamos a ver el vídeo completo de esta inspiradora mesa inaugural. ¡Descubre cómo el error puede convertirse en aprendizaje en acción y ver el experimento en directo! 
👉 Ver la sesión en TV URJC: https://tv.urjc.es/video/691f3179ae7edfcce939d26f 

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